Praga y Pragalandia.
Aunque viajamos hacia Praga una semana despues de haber aterrizado en Berlín, me salteo esos días y pasamos a República Checa. Berlín ha de llevarme su propio capítulo.
Así pues, con Ezequiel recién arribado, nos fuimos dos días a Praga, ciudad que siempre me llamó la atención. Desde los cuentos de Flor sobre la Cuatrienal de Escenografía, los de Martín y Gaby de cuando estuvieron allí, y tantas imágenes que uno se forma sobre un sitio desconocido y donde uno cree que siempre ha querido estar.
Así que tren por 30 Euros, hostel por 10, y ahí vamos.
Berlin Hauptbanhof, o la estación de trenes principal de Berlín, o Metropolis. |
Cuando llegamos a la estación de Praga y salimos a la calle, enseguida quedamos como niños...era increíble lo que veíamos. Cual libro de cuentos, de esos que los abrís en la mitad y se levantan los edificios de cartón. Tranvías, idioma desconocido que volvía a los nombres de las calles en algo exótico, manzanas compactas de edificios del siglo XIX para atrás. Sin palabras.
Llegamos al hostel, dejamos las cosas y salimos corriendo al centro...y allí la decepción nos esperaba. Turistas cual hormigas, y alcanzó solo un rato para darnos cuenta de que todos estábamos allí vampirizando a la ciudad, como invasión zombie, como un parque de diversión temático de la antigua Europa: Pragalandia.
Ahorrándome las imagenes de tal cosa (y sólo contándoles que impresiona la cantidad de turismo sexual que hay, los grupitos de amigos alemanes, ingleses, hasta españoles que se van a romperla por un fin de semana, pues era algo que no esperaba de la ciudad...), paso directo a la parte que si disfrute: la arquitectura, la comida, la cerveza, y un bar bien extraño, que se llevó el premio del viaje.
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Praga tiene el castillo mas grande do mundo! Y según Ezequiel, lo avala el Premio Guinness. |
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Y adentro del castillo, uno de los mejores diseños de iluminación que vi en mi vida: la luz atravesando los vitrales. Una buena estrategia para hacernos creer en Dios. |
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Una vista típica. Un trabajo seguro: colocar tejas. |
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Se los dije. (Flavio, al momento de que saqué esta foto te la quise pasar.) |
El reloj astrológico, en la plaza principal del centro histórico, realmente asustaba. Si mal no recuerdo es del Siglo XII, y va girando de manera tal de combinar lunas con signos. Llama muchísimo la atención.
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Staroměstský orloj |
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Un amigo. |
Uno de los negocios mas redituables de Praga, luego del de colocar tejas, ha de ser el de poner un museo. Museo de lo que quieras, todos con su bar cafetería y su museum shop. Aunque solo entramos al de Kafka, los mas llamativos eran el de la KGB, el de El Comunismo y de la Tortura Medieval, lo cuales tenían publicida por doquier.
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Estos comunistas que quemaron todo... Desde donde saqué la foto estaba tocando un duo que era la versión checa de Washington y Cristina. Lo juro, era igual pero en checo. |
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Museo de Arte Contemporáneo. Lo que tenía de interesante era que toda la obra eran instalaciones, y aunque no pudimos entrar, realmente se veía bien desde afuera. |
Que lindo que es viajar y comer, comer y viajar! Una de las formas más lindas de conocer el lugar dónde estás, no tengo dudas al respecto.
Un aplauso a la salchicha checa, choripan checho, o České klobása. $60 pesos uruguayos y te vas con la panza llena.
Serie Oh, Yes. I, II, III, y IV: brochette en la calle / Staropamenn, la cerveza mas famosa, rica y que te emborracha sin pensarlo dos veces / Goulash! / Mojito y pollo al curry con canela en el bar mejor bar de la ciudad: Cross Club, donde todo esta hecho de tuercas y tornillos, los cuales giran solitos...
No la pasamos mal, por decirlo de alguna manera.
Sería interesante poder descubir Praga sin el turismo, intentar averiguar realmente cómo es la gente allí cuando no te está intentando vender algo. Sin duda que es hermosa, pero más aún lo sería sin nosotros invadiéndola.
Ese es el trago agridulce, es también bueno pensar cómo pensamos que está bien viajar. Como enriquecerte de un lugar sin exprimirlo. No es fácil, de verdad. Cada momento que intentabas sacar una foto, no había manera de sacar a las personas del cuadro, y al final ya no querías sacar ninguna foto...porque te sentís como un tonto, con una camisa hawaiana imaginaria y una visera haciendo juego.
Un momento especial, un lindo recuerdo para abandonar la ciudad, fue una lluvia repentina, que paso rotundamente, y se fue dejando el sol para mi viaje en tren de vuelta a Berlín.
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