skrycky de paseo!

lunes, 5 de septiembre de 2011

...and then we take Berlin.

Como que quiero empezarles a hablar sobre esta ciudad...pero ya habiendo pasado mas de veinte días vioviendo en Berlín, se me vuelve una odisea empezar. Todo es mucho, y poco es insuficiente para explicar intentar explicar.

La antena de televisión que se levanta en medio de Alexanderplatz. Un poco kitch, lo mejor que tiene es que al ser la construcción más alta de Berlín la podés ver de todos los sitios, de manera que te ayuda a hubicarte.

Cosmopólita Alexanderplatz.


Llego a Berlín desde México, viaje largo, atraso de dos horas en DF que me hace perder vuelos de conexión y atrasarme cinco horas más para llegar a destino. Afortunada yo por compartir asientos con un astrofísico mexicano que viajaba hacia China a una conferencia donde pretendía salvarnos de los rayos gamma. Ojala le haya ido bien...
En fin, los pies en Berlín a las once de la noche del día 10 de agosto. Félix esperándome en el aereopuerto y cervecita con Ayara al llegar al apartamento, recinto que me ofrece su protección desde que llegue. Barrio: Kreuzberg 61, la parte más cheta del barrio donde mejor se vive en Berlín, según dicen. Hacia el oeste del muro, aún conserva su apariencia de manzanas de edificios de 4 pisos por escalera, altillos y barcitos en primer piso o subsuelo. Barrio turco por excelencia hasta que llegaron los chicos con onda o los artistas sin dinero desde otras partes del mundo y lo empezaron a tomar todo...aunque admito que lo han hecho bastante bien, porque andar por ahí es de lo más disfrutable.

Ahí vivo yo. Si les da curiosidad, mi casita en kreuzberg, barrio de turcos y gente que sabe vivir bien.




Uno de los problemas de Berlín es la especulación inmobiliaria que acecha, pues los alquileres son baratísimos en estos barrios (Kreuzberg, Neuköln, Friedrichshain), hasta que llegan los adinerados del sur de Alemania, compran los edificios y te suben el precio al doble. Un músico que conocí me dijo que sentía que él trabajaba para que subieran los precios de los alquileres: los artistas son uno de las mayores fuentes de ingresos de esta ciudad, ya sea por turismo o por economía interna, y cuando convierten a un lugar en desuso en algo interesante, atrás vienen las inmobiliarias.


Mi Casita / Solmsstraße 24.



























Un punto bastante cercano a esto es que Berlín es de las ciudades más baratas de Europa. Los precios se parecen mucho a Montevideo, y les digo que eso asusta, porque la gente gana bastante más que nosotros. A la vuelta de mi casa podés comer un pollo con papas por 2 Euros, las cervezas en los bares salen 2 Euros, por 6 te haces un surtidito, por 3 un kebap, por 2 una petaca de Jägermeister, por 3 una botella de vino español, por 20 una bicicleta, por 400 un alquiler...y así podría seguir. Quizás lo más caro es el trasnporte (el subrte sale 1,4 o 2,3), pero la verdad es que aquí todo el mundo anda en bicicleta.
Y andar en bicicleta es lo mejor que te puede suceder (recuerden que todo este relato viene de la mano del verano, porque no tengo idea de lo cómo será esto con 20 cm de nieve). La ciudad está organizada de manera tal que lo puedas hacer con total tranquilidad. Semáforos para vos, autos que esperan para que pases, sendas, bicleterías, mercadería y accesorios de todo tipo (tienen unos bolsos para colgar en la parrilla de atrás que son una pegada.). La gente va a trabajar en bici, sale a bailar en bici, va a los parques a andar, llevan a sus bebés arrastrando un carrtio todo terreno que enganchan a sus bicis, las suben al subte, las meten en un tren que sale fuera de la ciudad y se van al lago a pasear. Es una cultura que escapa de edades y hábitos.

Mi bici: The pink lady.

Hay un gran uso del sentido común, cosas que en Montevideo no podríamos hacer quién sabe por qué. Las bicis y los perros pueden pasear en el subte, y eso te hace la vida más fácil. Hay una cierta libertad en el aire, los inumerables parques tienen el pasto crecido y la gente lo prefiere así. Las máquinas dispensadoras de tickets no están rayadas ni rotas, no hay vandalismo sin sentido. Hay algo que hace que las cosas funcionen.












 Y una de las cosas que más me sorprendió de Berlín es lo relajada que es, y ahora que lo pienso, creo que es lo que más me gusta de aquí. Apesar de ser una de las capitales más improtantes del mundo, con más movimiento y la mar en coche, los barrios son tranquilos, los autos esperan a que pases, nadie te toca bocina, nadie te lleva por delante, no escuchas autos desde tu casa, no escuchas gritos. Y no entiendo por qué pero no hay delincuencia, podés atravesar todos los parques de Berlín durante una noche sin que nada te pase salvo que te hagas algún amigo fumaporro. Una madrugada volví a casa con una borrachera que me caía, tuve que caminar 40 minutos para llegar y me di cuenta que no me acuerdo cuándo fue la última vez que hice esto en Montevideo sin tener que esquivar almas en pena.
Le pregunté a un amigo alemán si me tenía que cuidar en algún sitio, que no quiero ser la turista tonta a la que le roban por no saber dónde está, y lo que me dijo fue que hay un par de barrios que mejor no ir, pero por los neonazzis. Anda llevando...
Y de veras que hay algo extraño aquí, porque el gran problema es el desempleo. No es que puedas ver la crisis que azota a Europa, porque Alemania sale bien parada, pero es que Berlin no tiene fábricas (recuerden que además de ser destruída por la Segunda Guerra Mundial, fue escenario de la Guerra Fría con un muro que la partía al medio. Ha tenido que reinventarse siempre, y buscar la manera de ir zafando.) y parace solo tener artistas, algunos empleados públicos, y luego inmigrantes a los que les compras comida en algunos de los inmurables restaurates o bares que hay. La única reazón que encuentro es que el estado tiene un perfil de centro izquierda y subvenciona el desempleo con ayudas de todo tipo. Si no tenés trabajo te dan dinero, y conseguís descuentos para muchas cosas.

Y Berlín es un Babel. Todos los idiomas, todos de todos lados, todas las comidas de todos los sitios. Las comidas!...es como estar dentro de una feria mundial del buen y barato comer. Qué queres probar?, vietnamita, alemán, tibetano, turco, japonés, español, argentino, italiano...? En estos barrios los restaurantes exponen banderas de todo el mundo. Lo que quieras, desde 2,5 a 15 euros está la variedad.



Serie Oh Yes! 2da parte.






Pizzería de punkies italianos con individual de la Vela Puerca, pollito alemán con papas (todo lo comen con papas, para mi bendición), lachmahun o lemeyún con yougurt agrio y salado, desayuno en la esquina de casa, el kebap mas grade do mundo en Mauerpark, y la cerveza por todos lados.





Hay una sensación en el aire, algo relajado, algo que te dice que estás en el lugar adecuado, un aire a buen vivir, la sensación de estar en el lugar correcto. 



















Las Alas del Deseo.

Brandenburg Tor
Desde las alturas: Tiergarten


Un punky inmortalizado..solo pasa en Berlín.

La catedral y nosotros, los turistas.

Si sale el sol...a amontonarse en los parques.
El Spree.
What the Fuck?!

Lindos edificios.

Energía Atómica? No gracias!

Pintó un toque con covers de Bowie en el subte. 3 am.




lunes, 29 de agosto de 2011

Praga y Pragalandia.


Aunque viajamos hacia Praga una semana despues de haber aterrizado en Berlín, me salteo esos días y pasamos a República Checa. Berlín ha de llevarme su propio capítulo.
Así pues, con Ezequiel recién arribado, nos fuimos dos días a Praga, ciudad que siempre me llamó la atención. Desde los cuentos de Flor sobre la Cuatrienal de Escenografía, los de Martín y Gaby de cuando estuvieron allí, y tantas imágenes que uno se forma sobre un sitio desconocido y donde uno cree que siempre ha querido estar.
Así que tren por 30 Euros, hostel por 10, y ahí vamos.



Berlin Hauptbanhof, o la estación de trenes principal de Berlín, o Metropolis.





Cuando te vas alejando de Berlín el paisaje se torna cada vez más adinerado. Casas de veraneo al costado del lago, del río, a los pies de las colinas... Pero cuando entrás en República Checa, la cosa cambia: fábricas abandonadas, estaciones de tren sucias, rayadas, casas obrearas, obreros. Es un paisaje al que nosotros estamos más acostumbrados, pero sorprende el salto de país a país.

Cuando llegamos a la estación de Praga y salimos a la calle, enseguida quedamos como niños...era increíble lo que veíamos. Cual libro de cuentos, de esos que los abrís en la mitad y se levantan los edificios de cartón. Tranvías, idioma desconocido que volvía a los nombres de las calles en algo exótico, manzanas compactas de edificios del siglo XIX para atrás. Sin palabras.
Llegamos al hostel, dejamos las cosas y salimos corriendo al centro...y allí la decepción nos esperaba. Turistas cual hormigas, y alcanzó solo un rato para darnos cuenta de que todos estábamos allí vampirizando a la ciudad, como invasión zombie, como un parque de diversión temático de la antigua Europa: Pragalandia.
Ahorrándome las imagenes de tal cosa (y sólo contándoles que impresiona la cantidad de turismo sexual que hay, los grupitos de amigos alemanes, ingleses, hasta españoles que se van a romperla por un fin de semana, pues era algo que no esperaba de la ciudad...), paso directo a la parte que si disfrute: la arquitectura, la comida, la cerveza, y un bar bien extraño, que se llevó el premio del viaje.



Praga tiene el castillo mas grande do mundo! Y según Ezequiel, lo avala el Premio Guinness.

































Y adentro del castillo, uno de los mejores diseños de iluminación que vi en mi vida: la luz atravesando los vitrales. Una buena estrategia para hacernos creer en Dios.





















Una vista típica. Un trabajo seguro: colocar tejas.
Se los dije. (Flavio, al momento de que saqué esta foto te la quise pasar.)


























































































El reloj astrológico, en la plaza principal del centro histórico, realmente asustaba. Si mal no recuerdo es del Siglo XII, y va girando de manera tal de combinar lunas con signos. Llama muchísimo la atención.
Staroměstský orloj

































Un amigo.






 Uno de los negocios mas redituables de Praga, luego del de colocar tejas, ha de ser el de poner un museo. Museo de lo que quieras, todos con su bar cafetería y su museum shop. Aunque solo entramos al de Kafka, los mas llamativos eran el de la KGB, el de El Comunismo y de la Tortura Medieval, lo cuales tenían publicida por doquier.
Estos comunistas que quemaron todo... Desde donde saqué la foto estaba tocando un duo que era la versión checa de Washington y Cristina. Lo juro, era igual pero en checo.






















Museo de Arte Contemporáneo. Lo que tenía de interesante era que toda la obra eran instalaciones, y aunque no pudimos entrar, realmente se veía bien desde afuera.













































Que lindo que es viajar y comer, comer y viajar! Una de las formas más lindas de conocer el lugar dónde estás, no tengo dudas al respecto.
Un aplauso a la salchicha checa, choripan checho, o České klobása. $60 pesos uruguayos y te vas con la panza llena.
 


























Serie Oh, Yes. I, II, III, y IV: brochette en la calle / Staropamenn, la cerveza mas famosa, rica y que te emborracha sin pensarlo dos veces / Goulash! / Mojito y pollo al curry con canela en el bar mejor bar de la ciudad: Cross Club, donde todo esta hecho de tuercas y tornillos, los cuales giran solitos...
No la pasamos mal, por decirlo de alguna manera.








Sería interesante poder descubir Praga sin el turismo, intentar averiguar realmente cómo es la gente allí cuando no te está intentando vender algo. Sin duda que es hermosa, pero más aún lo sería sin nosotros invadiéndola.
Ese es el trago agridulce, es también bueno pensar cómo pensamos que está bien viajar. Como enriquecerte de un lugar sin exprimirlo. No es fácil, de verdad. Cada momento que intentabas sacar una foto, no había manera de sacar a las personas del cuadro, y al final ya no querías sacar ninguna foto...porque te sentís como un tonto, con una camisa hawaiana imaginaria y una visera haciendo juego. 


Un momento especial, un lindo recuerdo para abandonar la ciudad, fue una lluvia repentina, que paso rotundamente, y se fue dejando el sol para mi viaje en tren de vuelta a Berlín.